Por lo visto, hoy en día todos necesitamos sustancias para controlar nuestros niveles de estres, de ansiedad, de tristeza...Los antidepresivos están al orden del día y no me extrañaría que llegase el momento en que en los restaurantes nos pregunten si acompañamos el chuletón con Prozac o mejor con un poquito de Serotax. Un condimento como otro cualquiera. Al menos, sólo por el hecho de tener que ingerir pastillas somos conscientes de la dependencia. Pero ¿qué ocurre cuando generamos adicciones sin sustancias?
Vivimos en un mundo en el que absolutamente todos estamos enganchados a alguna droga legal. Adicción al trabajo, a la ropa, al deporte, a la comida basura, a la BlackBerry, a facebook, a viajar, a los deportes de riesgo, a las mujeres... a lo que sea, pero siempre a algo.
¿Cuantos hemos estado tomando algo con nuestros amigos y si nos hiciesen una foto estarían inmortalizando a una panda de tarados, cada uno con su móvil, dedicandose a hablar con otra gente? ¿Es adicción a la comunicación? ¿Adicción a la tecnología? ¿Hemos elegido tan mal a nuestros amigos y parejas? ¿Su conversación es tan pésima, para tener que evadirnos? ¿Es adicción o esclavitud? Simplemente, a modo de curiosidad, porque los cuentos e historietas sirven para dormir a los niños, pero para despertar a los adultos, explicaré la etimología de la palabra BlackBerry: Según cuentan, durante la esclavitud, en los Estados Unidos, a los prisioneros les ataban una bola negra de hierro, irregular, muy pesada, con una cadena y un grillete, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón. El eufemismo para aludir a esta bola era BlackBerry, porque recordaba a una cereza negra... ¿Esclavitud?
Pensad en ese compañero que se queda trabajando todos los días hasta las once de la noche y se pasa los fines de semana también en la oficina. Ese tipo que siente una necesidad enorme de progresión, de ascenso, de reconocimiento... ¿Realmente disfruta de lo que hace? ¿Saborea cada paso, cada logro o simplemente quiere más? No es sólo una cuestión cuantitativa, de horas de dedicación, sino cualitativa, porque hace del trabajo el núcleo de su vida, aborreciendo otras actividades, desdeñando cualquier otro interés...¿Cual es la diferencia con otro tipo de dependencias? La palabra adicción, por si misma, tiene una connotación negativa, pero en este caso, se alaba a quien la sufre. Yo siempre lo he identificado con aquel contador de estrellas con el que hablaba el Principito. El contador de estrellas se dedicaba a contar una y otra vez las estrellas del cielo, no se sabía muy bien para qué, pero nadie podía interrumpirle en su cuenta porque era gente seria. El Principito terminaba pensando que en realidad era poético, pero serio lo que se dice serio...
Vivimos en un mundo en el que absolutamente todos estamos enganchados a alguna droga legal. Adicción al trabajo, a la ropa, al deporte, a la comida basura, a la BlackBerry, a facebook, a viajar, a los deportes de riesgo, a las mujeres... a lo que sea, pero siempre a algo.
¿Cuantos hemos estado tomando algo con nuestros amigos y si nos hiciesen una foto estarían inmortalizando a una panda de tarados, cada uno con su móvil, dedicandose a hablar con otra gente? ¿Es adicción a la comunicación? ¿Adicción a la tecnología? ¿Hemos elegido tan mal a nuestros amigos y parejas? ¿Su conversación es tan pésima, para tener que evadirnos? ¿Es adicción o esclavitud? Simplemente, a modo de curiosidad, porque los cuentos e historietas sirven para dormir a los niños, pero para despertar a los adultos, explicaré la etimología de la palabra BlackBerry: Según cuentan, durante la esclavitud, en los Estados Unidos, a los prisioneros les ataban una bola negra de hierro, irregular, muy pesada, con una cadena y un grillete, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón. El eufemismo para aludir a esta bola era BlackBerry, porque recordaba a una cereza negra... ¿Esclavitud?
Pensad en ese compañero que se queda trabajando todos los días hasta las once de la noche y se pasa los fines de semana también en la oficina. Ese tipo que siente una necesidad enorme de progresión, de ascenso, de reconocimiento... ¿Realmente disfruta de lo que hace? ¿Saborea cada paso, cada logro o simplemente quiere más? No es sólo una cuestión cuantitativa, de horas de dedicación, sino cualitativa, porque hace del trabajo el núcleo de su vida, aborreciendo otras actividades, desdeñando cualquier otro interés...¿Cual es la diferencia con otro tipo de dependencias? La palabra adicción, por si misma, tiene una connotación negativa, pero en este caso, se alaba a quien la sufre. Yo siempre lo he identificado con aquel contador de estrellas con el que hablaba el Principito. El contador de estrellas se dedicaba a contar una y otra vez las estrellas del cielo, no se sabía muy bien para qué, pero nadie podía interrumpirle en su cuenta porque era gente seria. El Principito terminaba pensando que en realidad era poético, pero serio lo que se dice serio...
¿Por qué? ¿Por qué estas depedencias? ¿Por qué estos desequilibrios? ¿Qué pretendemos cubrir con ellos? ¿Qué clase de vacío intentamos rellenar? ¿Por qué las adicciones son más duras cuando no hay de por medio sustancias? ¿Por qué somos menos conscientes y le damos menor importancia?
Me encanta Maca!!
ResponderEliminarAdicciones tenemos todas muchas, la tuya por los zapatos la comparto, pero no me sale muy bien, porque no hay presupuesto, pero me pueden.
El tabaco también lo sufro y la verdad, ojalá sufriera la del trabajo/estudio...lo intento, pero me pueden las distracciones de la vida.
Un texto maravillosamente ingenioso prima.
Besos