Hace no mucho, con una copa de vino en mano, recordaba con una amiga la película de "las mujeres perfectas". Si la memoria no me falla, Nicole Kidman se trasladaba a vivir a un vecindario donde algo extraño ocurría con las mujeres .Todas eran preciosas, sumisas, felices y extraordinariamente activas: hacían pasteles, pintaban la casa, cortaban el césped, jugaban con los niños, bordaban y aún tenían tiempo de recibir a sus maridos con lencería cuando éstos volvían del trabajo. Esta estampa tan idílica escondía que los hombres habían sustituido a sus esposas por robots.
Vivo bastante lejos de Stepford, pero en ocasiones me siento allí... Cada día las supermujeres de mi entorno se levantan de la cama, problabemente con legañas y el pelo enmarañado. Pero acto seguido, al tiempo mojan el teledirio en el café, pasan por una sesión de chapa y pintura para quedar impolutas. Tacones de ocho centímetros, pantalones de la talla 34, rimel hasta no poder mover las pestañas y el pintalabios en el coche, de camino al trabajo. Lucha titánica por demostrar que son las mejores, gestionando doscientos millones de incidencias, atendiendo al mismo tiempo el teléfono, el correo electrónico y el fax, desdoblándose para que su otro yo asista a una reunión y convirtiendo el pasillo hacia la sala de reuniones en sala de lectura porque ha salido una nueva normativa de ojeada ineludible. Al mediodía toca comer en media hora, lechuga, porque la única verdad incuestionable es que la lechuga no engorda. Y tras las tres hierbas ingeridas, vuelta al trabajo. Salida a las 20.30. Y de ahí los lunes y miércoles a clase de inglés y los martes, jueves y viernes dos horas al gimnasio. ¡Ay! Me olvidaba de la compra, de tender las ropa, de ir a la tintorería, de llevar los zapatos a poner tapas y punteras, de poner la lavadora,...
Desde hace algún tiempo noto cierta dificultad entre mis amigas a la hora de encontrar pareja. Diréis que normal, si son vecinas de Stepford, lo raro sería que tuviesen tiempo para encontrarla. Pues fíjate que ellas lo sacan. Algún día les pediré su maravilloso truco de magia para hacer con el tiempo el milagro de los panes y los peces.
El caso es que hoy un hombre me dijo abiertamente: "Es que nosotros no buscamos eso. No queremos una mujer demasiado inteligente, ni con mucha inquietud, ni con una personalidad arrolladora y mucho menos con ambición profesional. Queremos una chica lo más normal posible. ¿Que sea guapa? Sí, cuanto más mejor. Pero no queremos una mujer que nos supere". Y ya, para terminar de hundirme en la miseria, añadió a modo de sentencia condenatoria, que él jamás sería mi novio. ¡Haberlo dicho antes! ¡Ahora todo encaja! ¡Ahora entiendo muchas cosas!. Cuando me decían que tenía un coche que denotaba muchísima personalidad, en realidad me querían decir que soy insoportable. Cuando halagaban mi proactividad se estaban riendo de que me iba a quedar más sola que la una. Y cuando me felicitaban por algún logro profesional sólo me estaban poniendo el contrato nupcial de yo conmigo misma por siempre jamás.
He estado contrastando la idea de ese "individuo" y creo que no llega a mas del 30% de los hombres. Al parecer si que hay un pequeño porcentaje que aun sigue pensando que somos Neandertales (solo las mujeres) y que servimos para más bien poco. Además de que, si les demostramos que no es así, sale de ellos ese alma neandertal que llevan dentro y se sienten ¡INFERIORES A UNA MUJER! Para su ego un golpe demasiado duro, asi que se limitan a buscar mujeres que les hagan creer que son los más fuertes, los que mejor cazan y, por supuesto, los que mejor hacen uso del instinto natural del animal (sexo).
ResponderEliminarPeeeeeero, no quiero generalizar, una gran mayoria de los hombres, a estas alturas de la historia del mundo, ya son capaces de ignorar casi del todo sus instinitos primitivos y buscar a una compañera que sea algo más.
Los que se dignaron a contestar a mi pregunta sobre si buscan sentirse superiores o no a la mujer y parecieron evolucionar exponían que buscaban una persona con la que, lo primero, pudiera crearse una amistad, es decir, un vinculo no relacionado con los instintos ni la superioridad, ni mucho menos, sino alguien que sepa entenderles, que les ayude, con quien reirse y (los menos) llorar (porque no quieren), divertirse de las cosas de la vida.
Por desgracia tengo que volver al tema del comentario del anterior post. Es siempre lo mismo. Madurez buscan los maduros, superioridad los inmaduros o simplemente inseguros de si mismos.
Pero también tenemos que tener en cuenta un importante detalle, mas del 50% de los hombres arrastran un pesado lastre de restos del complejo de edipo. Por lo tanto buscan, por encima de todo lo demás, una segunda madre. Que les planche, les cocine y les haga sentir como en el hogar de la infancia. Esto hace que nos sintamos en una encrucijada:
·Satisfacer los dolorosos llantos de un niño grande y hacer de madres, compadecerlos (sin que se nos note, si no sale el gallito) y saber solucionarlo todo.
·Hacer de "SUPERMUJERES" e ignorar toda esa carga emocional que puede llevar un complejo de ese tipo.
·Aprender a compaginar ambas cosas, que vendria queriendo decir hacer todo lo que hacemos de solteras, y actuar como si tuvieramos hijos, siempre sin meternos en su ego, como siempre (para que no se note).
Además tenemos que tener en cuenta que nosotras no siempre estamos en una mejor circunstancia emocional.
¿Cómo compaginamos el complejo de edipo del hombre con el de electra de la mujer (si se dan ambos en la misma pareja)?
Esa sería mi eterna pregunta.