jueves, 2 de agosto de 2012

Esos seres egoístas

Hacía tanto que no escribía como que no me sentía tan triste...Y es que a veces pienso que el dolor es la única forma de sentir, de saber que estoy viva, de saber que las cosas aun me importan, que no vivo en la indiferencia más absoluta. O tal vez sea simplemente que cuando la felicidad aborda todo se explica mejor con sonrisas que con palabras...

A veces pienso porque son precisamente esos seres egoístas y caprichosos, de carácter difícil, que nos provocan esta tristeza tan profunda de la que hablo, los que nos roban el alma. A pesar de que sus comportamientos nos generen hasta repugnancia y disten por completo de los valores que buscamos, ahí están, para dar guerra y recordarnos que los planes sólo sirven para romperlos.  Ahí están esas personas que mientras nosotros le abrazamos y pensamos que daríamos la vida por ellos, ellos piensan en que la copa está poco cargada o bostezan como si la cosa no fuese con ellos.  Y al alma le duele, la destroza, pero decidimos fingir, seguir adelante y entregar nuestra vida entera a cambio de nada, convertirlos en el centro de nuestro universo, cambiar nuestros planes y dejarlo todo por ellos, no importa de lo que se trate, renunciar a sueños, cambiar nuestros planes de futuro, aceptar las situaciones más inverosímiles... Sólo cuando se alejan se nos enciende la bombilla y pensamos qué estamos haciendo y porque. Poco dura. Entre poco y nada. Les llega con un guiño de ojo, con un gesto tierno, con una promesa, aun a sabiendas de que no la cumplirán, para robar nuestro alma de nuevo.

Me pregunto si estos seres egoístas son capaces de querer, de amar. Tal vez  sí lo hacen y la manera de amar de estos seres es pedir y exigir en lugar de dar, usar el tono despectivo en lugar de uno dulce, ocupar sus labios con malas palabras en lugar de con besos,...

Y ahí estamos, abandonados al capricho de estos seres caprichosos, como niños, que cuando se van se lo llevan todo y nos sentimos completamente desolados. Pero ¿cómo remediarlo?  No se les puede imponer lo que no sienten, no se les puede pedir cariños y palabras tiernas que sus bocas no saben pronunciar, no, porque todo pierde el sentido. Así que alimentamos el amor del mínimo detalle conseguido... Pero  cuando estos seres desvían sus miradas, nos quedamos sin luz, a oscuras. Todo se vuelve terriblemente negro.

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